En la espesura del amanecer cantan los pájaros.
Siento al despertar la verdad como una lluvia interminable,
la soledad es un muelle donde he dejado varado mi corazón
expuesto a la ciega llegada de los bárbaros.
Vivo en el desierto y sucumbo a la sed,
trae razones que nunca silencio.
Miro la desolación, un mar de nubes,
ciertas islas en la lejanía,
no temo la urgencia de mi cuerpo: pago su justo precio.
Ahora sé que las noches tienen su valor de cobre.
f.
Foto de D’Arcy Norman
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