Quizás sea esta grieta,
el ansia dividida por la luz y por la sombra,
esas gotas de sangre
que siempre deja la vida cuando pasa.
Así, ahora, encuentro frente a mis ojos otros ojos,
un incendio de palabras y el silencio...
y mi cuerpo se da sin saber cómo,
ni por qué a esta muerte constante...
al hecho de ser árbol, raíz u hoja perenne,
gota de lluvia, o lágrima cayendo hacia la nada.
Nunca sé muy bien que me depara la esquina de una calle,
el olor a brea de los puertos, el quejido roto de las drizas,
lo caótico, lo perdido, la larga ausencia del verano en mi costado,
vivir sin pájaros, sin nubes, en un desierto de viento y de calima.
f.
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