No faltan las palabras para desarmar las manos y anidar en la luz,
tener en la piel esa humedad de bosque que estremece,
lo que hurga dentro, lo que el viento mueve,
las hélices que dan y traen el vértigo.
Se hunden en la tierra las manos,
se saca el aroma de la lluvia
entre los dedos tiznados por la luz,
y mueres un instante y otro…
tu cuerpo cede,
caes sobre otro mundo
para pasar a ser el lado dulce del abismo.
Si...es la salvación, morir en el otro,
con su nombre en los labios.
f.
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