La línea quebrada camina conmigo,
una sombra fantasma que devora mis huellas.
¿Tú que sabes de mí, qué sabemos del otro?
y es una pregunta que arrastra el viento
hasta donde los pájaros se hacen agua y nube,
ese lugar vivido de un instante
donde gira la ausencia
en un morse de luz y oscuridad.
Oigo pasos, todavía oigo pasos,
solo me consuela cuando llegan
al ritmo doloroso de los bárbaros
y con sus cuchillas de afeitar cortan mis venas...
esa es la verdadera sangre que pierdo
y que me hace soportable respirar.
f.
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