¿Cuándo se fue la tarde?,
¿Cuándo la luz difuminada
en las nubes que cubrían el horizonte
dejó paso a la argolla de la sombra?.
En mi memoria, tu cuerpo se desnudaba
con los últimos rayos del verano,
tan lentamente que el fuego tuvo una urdimbre de tiempo.
La eternidad puede tener sentido y pervivencia
entre los silencios de un puente,
en las riberas de un bosque
o en mitad de una oscura mañana de invierno.
Así he respirado el aroma de las flores frescas
y he visto surgir el esplendor de tu piel,
sin apenas cerrar los ojos,
recortada sobre la abierta ventana de la habitación del hotel.
Viajo sobre los raíles de cualquier amanecer,
en el vértigo de una ciudad sin nombre,
en la que siempre mis recuerdos solicitan
desnudarte como entonces,
porque quizás ese instante tenga casi el valor de una vida.
f.
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