A decir verdad,
cuando soy lumbre,
tengo entre las manos
las incógnitas del viaje,
pero no sé de respuestas
que no sean el ir y venir en el viento
o las de esas luces
que en la noche se someten
al milagro del morse.
Me he recogido, también yo,
saliendo de la maleza,
siendo tierra y huella en el agua,
tiznado de la verdad de los caminos,
o incluso tan vivo como muerto
¿quién no muere un poco cada día?
cuando es mi silencio
el elemento humano que me hace respirar,
y la soledad una sombra
que me sigue preguntando por el mañana.
f.
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