Vuelan en el cielo palomas y traen hasta mí su mortalidad.
Algo se extingue con el día,
suena dentro, como en un surco de lluvia las pisadas de agua.
Cada lumbre extinta ha dejado un poso de nieve,
un astro moribundo que en su silencio deja un reflejo de eternidad.
Vuelvo a lo pequeño, a anidar en mis bolsillos las cosas menudas,
cada sílaba, cada respiración, cada instante de vida
es una marca más de tiza, una palabra roja en el dintel,
un poco de existencia que nos falta
para llenarnos de nostalgia.
f.
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