Trae el viento la noche,
certera en su lumbre,
y mis pasos
descienden lentamente,
desde las nubes,
en busca del bosque.
No voy a rehacer
cada huella de tu cuerpo,
ni mirar las islas que te habito,
esos recodos del corazón
que tienen el jeroglífico perfecto
donde mi anhelo sabe perderse.
f.
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