Soy de los que quieren deshacer todo de nuevo,
existir por encima de lo menudo
(lo que está contado minuciosamente en diezmos y onzas)
y acepto lo que mancha y tizna del color rojo de la sangre,
lo que hace de un hombre un ser propicio a todas las cadencias,
sin tasar un sendero de preguntas abiertas a la distancia…
No pongo solo, sobre este hule gastado de tantas sobremesas,
el poso de los cafés y el detenido sorbo dulce de mi boca,
pongo debajo de mi lengua la única pastilla
que todavía sostiene un corazón
al ritmo pausado de las tardes.
Y no es lo desbocado a veces de los sueños,
si no lo que hace del hombre un ser vivo,
extremado, intenso al definir el mundo,
al saber que aún cayendo en el foso,
sílaba a sílaba, palabra a palabra,
cada caída tiene su instante de gloria.
f.
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