Siento el esfuerzo de los álamos
encendidos por la nieve
cayendo hacia el abismo,
tiznados por la noche
y abriendo sus copas a la naciente luz.
Escucho detrás de las palabras respirar al silencio,
me seduce la umbría imprecisa, su lluvia,
húmeda letanía que como una espada
clavada en las entrañas, mata,
hasta que el oscuro pájaro del amanecer,
de nuevo, abre la vida a mis ojos y canta.
f.
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