Para que no me dijera ella
que era lo normal en abril,
tuvo el día un renacer de otoño,
una carretera rodeada de bosque,
un perro flaco y solitario
comiendo una ardilla muerta en el asfalto,
cada tres o cuatro pasos un silencio,
el río, sus manos frías,
todavía nieve en las montañas,
su palabra...entregada al viento.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario