Oigo la queja, el llanto,
la herrumbre de la tierra…
¿y qué puede hacer la noche
salvo condenarse a si misma?
Siento los pasos,
las huellas húmedas de la mortalidad…
¿Tú, te sientes mortal
o eres lo que queda de un día de lluvia?
Dímelo ahora,
cuando tengo savia en las manos,
y mi vida es solo una respiración diminuta
que sobrevive en el aire de la luz.
f.
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