Nunca tendremos el bálsamo del olvido.
Se abre una grieta de sal sobre el amanecer
donde la garganta deja con calma su voz de aguardiente.
Tienes tus dedos manchados de mí
mientras sabes que te sostengo en el aire frente a las mareas
y sin embargo anudadas al viento respiro todas tus preguntas.
Hay algo en esta pequeña verdad
que he dejado sembrada en tu piel
y que sin tú querer te hace sucumbir.
Sabes cómo morir sin mí,
seguir viva sin parte de tu cuerpo,
porque aunque te he abierto en la noche como a una hogaza,
cierras los ojos ante esa línea roja de ternura y deseo
en la que sin querer,
tus huellas y las mías
dejaron para siempre un instante inolvidable.
f.
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