Cuando llegó a casa ella prendió una cinta azul
al interior de mi chubasquero,
cerca de donde estaría el corazón.
L.Cohen
No encontré en sus manos el valor,
casi podía sentir el pálpito de un pájaro al acogerla
y secar su cuerpo con las mías después de la tormenta.
Desnuda, después de amarla,
cuando todavía nuestro aroma cubría las sábanas,
siempre me inquietó,
porque su belleza en esos momentos la iluminaba
y desbarataba todas las defensas de mi sarcasmo.
Tendía cintas azules sobre mi corazón
y cada silaba de mi nombre en su boca
era una nueva cadena
hilvanando mi incertidumbre a su cintura.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario