Elijo el sonido de los zuecos,
el caer del agua un día de lluvia,
el laberinto de una mano
marcada por sus surcos.
A veces la vida
son solo cuatro líneas en el cielo,
lo azul y blanco de un horizonte,
sujetarnos las manos al borde de una caricia
o un beso en los labios
que abra la puerta cerrada por el silencio.
f.
Poemas de un viaje
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