Uno a uno nuestros pasos fueron llevando la noche,
ese instante en que solo éramos los dos
en medio de una calle anónima y un mundo ajeno.
Sentías mi cálida mano recogiendo la tuya...
quizás nunca pensaste en la suavidad de la ternura.
f.
La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco
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