Epílogo
He mirado la palma de mi mano.
En silencio he interpretado parte de sus signos.
Nadie puede estar seguro
que designios de futuro hay escrito en ella.
Sé, por mi memoria, lo que ha dejado ya el tiempo.
En la geografía de la palma de mi mano
pueden seguir anudándose ríos y mares,
más desdichas y fracasos que alegrías,
porque la vida no suele ser un acto contemplativo
y cada instante te depara
un poco más de duda e incertidumbre.
Quede constancia,
de que en mi mano,
hay todavía varias regiones
inexploradas por mi…
Tal vez, otro día, empiece a contaros algo.
f.
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