La luz de la brasa , el fragor del olivo en el fuego, la recaída en uno mismo vestido/desnudo de silencio, el doloroso descendimiento hacia la soledad, la jauría de perros que persigue la verdad, el misterio de una voz que ulula dentro de ti, el resumen del día, el envoltorio roto de un regalo, las manos, siempre las manos, hablando en el aire, uno a uno los signos que dejas en el agua, mirarte de frente y ver tu hundimiento sin reposo.
Encadeno los giros, las palabras, las líneas que tiene un horizonte, esta distancia de sangre y latido, los verbos atados en una gavilla por donde el corazón se escapa, posos donde leernos, viejas fotografías, las cartas que nunca abrí todavía no sé por qué...la primavera es una estación de tren que siempre viene a deshora y suele dejar rastros perennes en el quehacer humano.
f.
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