Este tiempo de los dos tiene su orilla,
cierta nube anclada en tu mirada,
un paseo de viejos castaños,
la lumbre del horizonte
como una flecha abrigando el silencio.
Te has reconstruido en medio de la soledad
y eres parte invertebrada de mi corazón,
tanta sangre tuya hay en mi cuerpo
que mueves ya
los hilos que me acallan.
La ciudad sin ti solo es ya un nombre.
f.
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