Sabes de la luz y el peso de la sombra,
de la voz y de su callada estrofa de símbolos,
de lo que duerme y se despierta a tientas
como un niño en mitad de la noche.
Sabes de lo que arrastra el verano
y trae en los zarcillos del vino la lluvia del otoño.
Te eriza una cometa
y te pierdes mirando el mar,
las nubes, un pájaro solitario,
la voz del viento, la duda....
esas huellas pequeñas
que quedan en la arena húmeda
y que siempre te traen recuerdos de otras huellas,
de otro tiempo pasado.
Sabes contemplar y llorar con dulces lágrimas
la anunciación de un nuevo día,
porque la noche te ha tiznado de voces,
esas llagas abiertas
que trae el océano en sus mareas
y que te esperan siempre para respirar,
al ritmo de tu corazón,
en todas las caracolas de la Tierra.
f.
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