No he vuelto a estar en septiembre en París,
cuando caen las hojas y navegan silenciosas
en los charcos de la lluvia.
Puedo recordar tus dedos,
pequeños y fríos dentro de mi anorak,
buscando mi mano, apretándola sin llegar a abarcarla,
recitándome fragmentos de Los versos del capitán de Neruda.
Así, entre la lluvia y el otoño arrimados a nosotros,
pasear por los campos de Marte o a las orillas del Sena
nos procuraba la garantía de la soledad,
la ciudad abandonada en la tarde ante nuestros pies,
mientras el silencio nos alejaba de los demás
y tu voz era la luz que todavía me alumbraba.
f.
http://youtu.be/T6b6qO_JShs
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