Frente a la oscuridad de la noche
la luz trajo tu cuerpo
al borde mismo de mi soledad,
un instante preciso en que recuperé tu forma...
Te habías llevado mi corazón a tu sueño
y la laboriosa magnitud de mi ternura,
mientras que yo, desalmado y vigilante de ti,
abría y cerraba las compuertas de la vida...
pidiendo silencio a los pájaros del amanecer
y como en el mar las olas y las mareas,
lo incesante de tu respiración.
f.
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