Resuena el viento
en el órdago fecundo de la noche.
Hay un almizcle de especias en la boca.
El sabor de tu cuerpo se erige
con su peso de bosque
y su sentir de tierra.
Me estremeces en la luz del relámpago,
en cada gemido en que tu aliento llega,
así, entre las olas de calor difuso
y este batir de alas
en que tus manos me erigen como espada.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario