Nadie salva a nadie
ni aunque en sus manos,
temerosos,
se guarezcan derrotados
los lobos de la noche.
Hay pérdidas que nos trae la lluvia,
hondos silencios que emergen entre unos labios rojos,
sombras que caminan junto a nosotros
por un precio moderado,
mientras somos puertos y andenes de paso,
y las luces de las farolas,
emergen como el neón de las casas de citas,
dejando rastros diseminados de vida...
dándonos sin piedad
el lado más amargo de la supervivencia.
f.
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