Hay instantes perfectos donde todo tiene consecuencia,
son como un largo pasillo oscuro de infinitos,
murmullos a media voz que nos delatan.
En mis manos queda el arrebol de las ausencias,
quizás esas caricias que se lleva el invierno en la bruma del amanecer.
Todo lo que hay en esta distancia de nosotros
son puentes cortados por la lluvia
y el rastro del vuelo de pájaros marinos.
Lo quebrado que queda entre los versos,
son sílabas que ya no nos reconocen,
porque la vida nunca ha querido esperarnos
y solo hemos sido los anónimos restos
abandonados por la última riada.
f.
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