Abro la ventana,
veo el sol del invierno fatigarse
en su devenir débil y pausado.
Cuento las nubes, islas sin nombre,
deshilachados y somnolientos
rastros de lluvia,
y en medio del paisaje,
ante mis ojos,
diviso volando unos pocos pájaros.
Después mis manos
escribirán los pronombres,
sujetaré cada verbo a mis caderas,
perderé los adjetivos, uno a uno,
quedará desnuda la palabra.
Sin nada que perder y en silencio
todo lo que trazo busca el azar como destino...
Nunca sé dónde me lleva el viento,
aunque sienta los golpes,
la perdida, el azaroso dolor de los instantes,
aunque viva sin saber remediarlo
como si fuera a ser ese el último día,
y ellos, los últimos versos que yo escribo.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario