El hombre reconstruye lentamente al hombre.
No deja de serlo nunca
pero deshace la obra del tiempo
y se entrega a ser un nuevo arquitecto.
En realidad es lo mismo que hacíamos en la infancia
al jugar con unas piezas geométricas de madera
- no sé si nos atraían más sus colores o sus formas -
con las que levantábamos pequeños castillos
usando nuestras manos prodigiosas.
f.
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