Nadie podrá salvarme,
ni ahora ni en la hora fratricida del amanecer.
Solo tengo un equipaje de pájaros,
dos o tres sílabas
enardecidas en los labios,
las manos abiertas,
sajadas de luz y de sombras,
la piel, con la humedad que deja la noche
y el hilo de sangre que me sostiene en pie.
Nada más tendré para entregar
que algún esbozo de verso y una voz llena de silencios.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario