Era verano.
Septiembre descendía lentamente por el calendario
con la voluptuosidad de sus atardeceres rojos
y en el anfiteatro de Epidauro,
sentados en sus bancales de piedra,
vimos como un hombre dejaba caer unas monedas
desde la altura de sus manos al suelo de su círculo.
Sonaron tintineando a lo largo de todas las escalinatas
y entonces supe claramente
que estaba donde empezaban casi todas las cosas.
f.
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