Poema VII
Abre de nuevo los gritos, los aplausos,
le miran sus músicos confiados.
El contrapunto sale exacto en el reloj de la melodía,
el silencio ya no es silencio es su ir por delante,
solo son sus dedos y esa costumbre de la necesidad
que no le dejan escaparse tan lejos como puede viajar un sueño.
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