Son las seis de la tarde en el Gran Canal.
Suenan a lo lejos las campanas
y cruzan roncos los vaporettos
por debajo del puente de la Academia.
Todo tiene un valor aritmético,
y sentirnos así también lo tiene,
mirando de cerca la cúpula de Sta. María de la Salud,
náufragos en el bronce, sin Giorgione,
al descubrir que nos han raptado "La tempestad",
y esperando, mientras nos acercamos al Campo de S. Stefano,
que el tibio sol y esta quietud de la tarde,
nos dejé el pequeño valor del silencio,
que a veces, satisface también al hombre.
Suenan a lo lejos las campanas
y cruzan roncos los vaporettos
por debajo del puente de la Academia.
Todo tiene un valor aritmético,
y sentirnos así también lo tiene,
mirando de cerca la cúpula de Sta. María de la Salud,
náufragos en el bronce, sin Giorgione,
al descubrir que nos han raptado "La tempestad",
y esperando, mientras nos acercamos al Campo de S. Stefano,
que el tibio sol y esta quietud de la tarde,
nos dejé el pequeño valor del silencio,
que a veces, satisface también al hombre.
1 comentario:
Siempre es bueno recorrer Venecia en los estribos de un poema. Abrazos.
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