Detrás de nosotros hay venganza,
la exhausta virtud del recuerdo y los días de lluvia.
Es doloroso un reloj roto, sentir la pausa abierta para ti.
Casi puedo preguntar por las estaciones que nos han olvidado
y escuchar el eco de los pasos perdidos
por porches y soportales de la vieja ciudad
en que habita la infancia y la extinguida juventud.
Ahora la soledad se dibuja en el vaho de los cristales,
trae sombras y palabras sobre el mantel de una mesa
donde una maquina de escribir tararea las notas de un verso
y todavía huele a ese calor húmedo
que siempre deja el butano en el corazón.
1 comentario:
Un bello poema. Abrazos.
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