Crece en mi corazón y oigo el sonido de la noche.
Tal vez sea cierto
que noviembre tenga en sus recodos
parte de mis miedos, un muro de sal,
la estancia donde en las paredes están escritos sus nombres.
No me importa llorar, lo hago en silencio,
me cruza un escalofrío y empieza a llover mansamente
y todas las lumbres son rescoldos
y ventean las pavesas como luciérnagas sin tiempo
en medio de la oscuridad del otoño.
Hace frío y es natural sentirlo en la piel,
a la vez que al viento que trae la humedad de lo autentico.
Poema publicado en la revista Ágora Mayo 2012
1 comentario:
el otoño se deja sentir en tus versos
es así, lo vivo en este instante
precioso poema Fer
gracias por compartirlo
buena semana
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