se vértebra como un animal herido
mientras la tarde es un paréntesis en la batalla de las sombras.
Corren las nubes como cúmulos hechizados por el viento,
tienen la argucia de la lluvia templada en sus vientres oscuros
pero saben que su destino es derrumbarse al Este.
Nada de esto me deja más sabor
que la humedad de tu boca en la mía,
cuando te despides, y sin rumbo fijo,
me dejas en mitad de una avenida sin nombre
envuelto poco a poco por la noche y sus lejanas lumbres.
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