Divídenos en las dos partes de ángel que poseemos
y esconde nuestras alas detrás de las sillas
o junto con los gabanes y bufandas.
Tómate una cerveza roja,
escucha conmigo esta vieja letanía,
Marlene Dietrich se sigue insinuando
bajo los signos errantes de la luna:
Un farol en la noche
puede ser un buen comienzo para la espera.
Trae de nuevo a Berlín el lado de un muro milenario,
no posee más allá de una imaginaria pizarra
donde se escriben las palabras que ya no usamos,
las últimas que nos podrían abrir de nuevo el cielo,
este viejo cielo de Berlín donde nunca más sabremos reflejarnos.
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