Puedo decir que soy pequeño.
No hay duda de ello
y sin embargo crezco como el kéfir
entre los abrazos y las caricias
que me da la vida.
Nadie es suficientemente pobre de espíritu
para enardecer los bordes
imprecisos de un desierto.
Tened paciencia,
mis palabras amarillean
y se enrojecen en el otoño…
soy un árbol fecundo
donde reposar la mano,
guarezco una sombra fértil
y muchas emociones
que el silencio me nombra
en las noches
en que dormir es lo menos importante.
F
7 comentarios:
Simplemente camaleónico, amigo Fernando, me presta este poema, iza mis pensamientos a la emoción de ese silencio nocturno.
Divina paciencia y fértil sombra la de tus poemas.
¡Bien! ¡Bien! Y ¡Bien!
Un abrazo mi amigo.
Besos.
Crecer como Kéfir entre abrazos y caricias....que cierto. Y que bueno poder hacerlo.
Me gusta como amarillean tus palabras.
Tú como Proust
dormir no te inquieta..
Más verte pequeño cuando
tan grande te siento!
Inclinada ante tu silueta
de árbol,te se de pensamientos
raíces y brazos hambrientos!
♥♥♥besos♥♥♥
El kéfir es hermoso, no lo conocía, y tú al igual que él guareces.
Besos
Alba
A mi también me gusta crecer entre abrazos y caricias. Lo que ocurre es que, ya lo hemos comentado otras veces, ¡a la gente le cuesta tanto abrazarse y acariciarse!
Muy lindo el blog, estoy leyendo tus poemas...
saludos
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