Todo lo que tengo apenas cabe en una mano,
en un puño cerrado, algo tan valioso
como las briznas de hierba
que se pegan a las suelas húmedas de mis viejos zapatos.
No es melancolía este devenir de sombras,
solo veo lo candente de la luz
recorriendo esclava un camino trazado
de surcos invisibles...
Quizás sea parte de la distancia,
un poco de locura como remedio
a la pura sencillez de derrumbarme.
f.
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