No voy a hablar sobre los caminos,
las sendas del silencio y la palabra,
las que traen la lluvia y se deshacen en huellas
que delatan todas las cosas perpetuas de la sangre.
He arribado al fondo de un corazón,
todo lo que digo trae el eco, la sombra,
el palpitar continuo de la noche.
Soy sincero, aunque tenga demasiadas lágrimas caídas,
demasiada urdimbre de hojas secas y deseos gastados.
Hay nieve en mis dedos,
escalofrío en los costados de mis caderas,
soy demasiado mayor para crecer en otro...
ahora viajo contemplando lo sencillo,
lo que sin saberlo ha dejado marcas invisibles al tacto,
un poco de mí entre los jirones de estos días mortales,
donde la esperanza siempre llama con su voz de aguardiente
y su caricia estremece dentro, allí donde más duele
f.
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