Hay entre mis dedos un jeroglífico,
cierta presencia que deja la humedad del silencio
y las sílabas cortadas a cuchillo que alargan un verso.
Tengo rotas las manos de sostener las palabras,
de hacer del invierno un lugar seguro,
mientras no sé cómo alumbrar las nubes
o deshacer los nudos que trae el viento en su regazo.
f.
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