De qué me sirve
encerrarte entre las cuatro paredes
que crea mi soledad
y dejarte dialogando con ella,
mientras afuera, en la áspera tarde,
se deshace la luz en medio del invierno.
Viene el mar y su silencio se habita de lumbre.
Traigo de las palabras un ramillete de flores,
sílabas de la esencia
que desnuda los cuerpos
tendidos en la noche,
y que al amanecer, germina en la tierra,
la que hemos dejado poblarse
de un reguero de nombres anónimos.
Es la historia de esta batalla sin cuartel
que forjamos tú y yo,
cuando hemos aprendido que somos tan solo
dos sombras más en la oscuridad.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario