Y también soy la lluvia y su horizonte rojo.
El viento que se deshace al ritmo de tu risa,
el cielo, la tierra, el mar,
una horda de pájaros volando sin control,
un galope blanco de caballos,
el lamento urdido en la penumbra,
la boca, la que alimentas de luz y de orégano
con la savia precisa de tu sexo.
Sabes que el orden invertebrado de las horas me conmueve...
tanta calma, tanta ausencia, tanta perdida
que nunca podré resucitar ni contigo en la noche.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario