Mis manos están sucias, oscuras como la noche
cuando la luna se ha quedado cubierta por las nubes.
Oigo pasos que vienen detrás de mí,
mi sombra se recorta en el suelo,
tiene el don de andar por las paredes
y no mojarse en los charcos de la lluvia.
A veces la soledad tiene ese aire impredecible
que escribe en tu espalda el miedo.
f.
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