Colgadas de los maderos del desván duermen las mazorcas.
Escucho a lo lejos el sonido inconfundible de los afiladores.
Veo la hogaza de pan cortada en la mesa sobre un hule blanco.
Esta el banco de madera oscuro y silencioso donde nadie se sienta.
El fuego en el suelo con brasas de carbón y aroma de cocido.
La alacena donde se guarda la pequeña astral de carnicero.
Viejos peldaños con bordes de madera y un olor penetrante a lejía.
Un pasillo sin luz que alarga la casa hacia la oscuridad.
El baúl, la cama, el armario y su ruido nocturno de quera.
Un niño que sueña, entregado a descifrar el misterio
de un Sagrado Corazón ardiendo en su candela.
f.
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