Ando despierto desde lo oscuro,
el lugar solitario donde converso con mi sombra.
Tan adentro no duele el frío ni la umbría del amanecer,
este noviembre es solo un paréntesis de hielo,
allí, no han quedado más que huellas en el barro
y vestigios de todo lo que me ha hecho gemir o llorar.
Pero siento sobre todo un agotamiento de mi mismo,
la asfixia que da saberte en medio de un mundo desierto
donde en las calles y plazas impera la soledad,
y los pasos miden tiempos de amenaza,
días de bárbaros y vileza,
porque todo lo que desnudo es una grieta sin fin.
f.
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