Arde la madera y la casa se habita del orden de la tierra
La verdad tiene su propia renuncia, su propia lluvia
Sentarse ante la luz, deshacer la urgencia de la lumbre
Sin querer un beso y su caricia de labios arrastra la noche
Casi sin voz quedó la aurora
El quehacer del frío tiene sus propias leyes incorruptibles.
f.
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