De vez en cuando me cobijo en mi mismo, como si yo tuviera una coraza que me protegiera de todos los peligros y todos los miedos.
En realidad no es cierto, solo es una manera de salvarme de mi peor enemigo, que como suele suceder soy yo…no porque me deje abatir por cosas trascendentes, suelo ser bastante fuerte contra eso - los problemas con nombre - o por lo menos esa sensación doy a los demás y ya son muchos años para no creérmela ni yo, sino porque me angosto ante las cosas pequeñas, las que ahogan lo cotidiano, lo casi superfluo, pero que crea una cadena de contradicciones y deserciones propias, y me duelen hasta cercenar toda pasión por las horas siguientes, por lo que traerá el amanecer...llego a querer desaparecer volverme nube, viento, humo, o caer de cabeza y ahogarme en el río...en esas horas me invade un yo que tiene en su mirada la ira contenida de todo lo que odio.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario