Ilumina la lámpara el caer de la tarde,
este silencio mío en el que solo escucho el teclado
y un sonido de fondo donde habita el mundo vivo de la radio.
Casi puedo verte, adivinar tu contorno,
todo tan a la distancia como fue el verano,
un monólogo de mareas y noches marinas
con los verbos latiendo en nuestras manos.
Pero es otoño ¿qué le voy a hacer? y todo se derrumba,
queda la quera, ese gusano blanco, entre los huecos del corazón,
hendijas de lumbre, heridas abiertas en el recuerdo,
una parte que duele y trae hambruna de ti
como solo sabe hacerlo estas tardes de viento y oscuridad.
f.
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