Un crujido lento como de hojas secas
queda entre las manos vacías.
No hay urgencia cuando toda la tarde se detiene
y la avenida es una llanura abierta y sin sendas.
¿Qué valor tienen las palabras,
la caída al suelo de la lluvia,
los charcos que devuelven el valor de las nubes...
Qué valor el uso de pronombres posesivos,
la línea azulada oculta por el miedo,
mis manos, de nuevo mis manos,
tiznadas de esa esencia que deja,
como un rumor de viento,
la noche y la luna roja?
f.
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