Un combate se pierde de nuevo cada vez que lo nombras
y recuperas el sabor a vacío y el aroma de las rosas.
No hay láminas de agua que contengan esta lluvia,
el ir y venir desnudo entre sus manos
reconociéndome en los intervalos cortos de sus labios.
Puedo escribir sobre los hechos
y conducir mi deseo por la línea roja que marca mi sangre,
recoger el fruto maduro donde fuimos senda y salmo
y esparcir sus cenizas en el viento,
cuando mi corazón tenga fuerzas
y suficiente lumbre y fuego para quemarla.
f.
fotografía de María Holguera
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