¿Quién dijo que éramos silencio?
Reconozco el esfuerzo en lo que calla,
la esencia del aire húmedo que deja una tormenta
donde se rebela su mortal serenidad.
La caricia imperceptible de unos dedos
que nos despiden cada día,
no porque a lo mejor no volvamos,
sino porque no saben vivir sin rozarnos.
Una estancia vacía puede habitarse con las hojas y ser el otoño,
pero da igual el tiempo, porque la eternidad no se detiene.
Un corazón palpita
mientras miras con ojos de búsqueda la calle
y eres capaz de escuchar
el sonido imperceptible de los semáforos
o el último vuelo de un pájaro nocturno
porque buscas unos pasos que no llegan.
Semejante a la soledad crecen los resúmenes,
y así un árbol es el resumen de una sombra,
la luz el grito perceptible de la noche,
la ausencia es el principio que negamos,
la urgencia donde va cayendo sin remedio la esperanza.
f.
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